- De "Clarìn" (Argentina):
El cuarteto enmascarado volvió a la Argentina y 55.000 fans lo ovacionaron.
Imaginen un encuentro de fanáticos del superhéroe de historieta que ustedes elijan. Para ese encuentro, lo primero que se ve es un entusiasmo que se transmite de generación en generación: papá, mamá e hijos; o parejas de veinte y treintañeros; todos caracterizados como el o los personajes en cuestión. Y, adentro o afuera del lugar donde se celebra el meeting , toda la parafernalia imaginable de souvenires relacionados: remeras, gorros, llaveros y más. Ahora bien, si se reemplazan las palabras “superhéroes” por Kiss e “historieta” por rock & roll, se tiene un panorama sobre cuál fue el clima que rodeó a los 55 mil personas que se acercaron el miércoles al Monumental, sin que les importara ni el apagón ni los treinta y pico de grados.
La asociación con el comic no es casual: desde 1977, la editorial Marvel edita la historieta de Kiss, maestros en el arte de relacionar merchandising y rock. La invención de un crucero para sus seguidores más acérrimos es su última obra maestra al respecto.
Se apagan las luces, y a través de Google Maps se hace foco en la cancha de River y en sus camarines. Aquí están, ellos son los que están saliendo a tocar: Gene Simmons sacando su lengua, Eric Singer, Tommy Thayer y Paul Stanley. Se escucha el riff de Detroit Rock City y allí están Stanley, Simmons y Thayer descendiendo de una tarima. Y en el primer corte de la canción, la primera explosión pirotécnica: las sonrisas ya se dibujan en la cara de todos los asistentes. Pegadito, Shout It Out Loud . Dos hitazos para marcar territorio y para que todos sepan que después de eso nada puede fallar.
La excusa para esta nueva visita de Kiss es la presentación de Monster, su último CD de estudio, del que tocaron cinco canciones ( Hall Or Hallelujah , Wall Of Sound , All For The Love Of Rock & Roll , Outta This World y Long Way Down ) que fueron recibidas de manera tibia por el público. Todos esperaban los momentos de lucimiento individual por parte de cada uno de sus miembros: la batería de Singer elevándose al cielo con el disparo de un mortero; la guitarra de Thayer y sus balas de utilería, el vómito de sangre de Simmons tras su solo de bajo y Stanley volando arriba de un arnés para entonar Love Gun (esa gran canción que titula su disco de 1977, y que sirve como antecedente del thrash metal desde su ritmo marchoso y entrecortado) desde un tablado montado arriba del mangrullo de sonido.
El final fue con Lick It Up , I Just Made For Loving You y Rock & Roll All Nite en fila india, Stanley destrozando su guitarra al mejor estilo Pete Townshend, el acostumbrado lanzamiento de confeti y una artillería demencial de fuegos artificiales y cohetes. En dos horas, sólo importó disfrutar del grupo que hizo del lema “rock and roll toda la noche y fiesta todos los días” su lema imbatible. Los marineros de la Kiss Army (tal como se denominan sus fans), los curiosos y los novatos en el culto: todos quedaron satisfechos.
http://www.clarin.com/espectaculos/musica/Kiss_0_807519410.html
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